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#366escritoras

María José Navia nos recomienda #366 escritoras, y más...

bannner

Elvira Navarro
España

 

1978-

“La intensidad onírica contrastaba con lo anodino de sus jornadas. Ella era una pieza invisible del funcionamiento del hotel. No lucía, además, ni guapa ni fea, así que las camareras no la envidiaban y los recepcionistas no le tiraban los tejos.”

La escritora para hoy es autora de uno de mis libros de cuentos favoritos del 2019. Se trata de Elvira Navarro (España, 1978) y su bella e inquietante colección de relatos: La isla de los conejos.
Yo llegué a su obra, hace ya varios años, con La ciudad feliz, una novela breve y conmovedora. El título viene dado por el nombre de un restaurant de comida china perteneciente a la familia del protagonista de la novela.
La ciudad feliz cuenta dos historias. En la primera, nos enteramos de la vida de Chi-Huei, un niño chino que llega a vivir a España junto a sus padres, su hermano y sus abuelos. La familia instala un negocio, primero asando pollos, luego de comida china.
En La ciudad feliz se esconde una familia a tropezones, con un padre que fue torturado en la guerra y que ya no sabe comunicarse y que causa la vergüenza del abuelo, una madre manipuladora de los sentimientos de su hijo menor y dos chicos obligados a ser estudiantes de excelencia.
La segunda historia cuenta la vida de una niña del barrio, amiga de Chi-Huei, que comienza a sentirse fascinada por un mendigo que parece seguirla y con quien establece una extraña relación. Son niños que intentan encontrar su lugar en una ciudad que dista mucho de ser feliz.
“La transfiguración de su padre cuando hablaba en español no era, por supuesto, total, aunque sí notable, pues se sentía libre de poder decir casi cualquier cosa, ya que ni su madre ni el abuelo solían entenderle, y además el nuevo idioma le abría una posibilidad desconocida...”
Navarro explora en sus obras la realidad de la periferia, la precariedad económica, y la forma en la que las tecnologías y redes sociales afectan a la intimidad convirtiéndose en una ficción más. Esto, sobre todo, en una novela como La trabajadora.
En ella,dos mujeres se ven obligadas a compartir un departamento (a ninguna de las dos les alcanza para vivir sola) y sufren de distintas formas de precariedad laboral. Una de ellas como teleoperadora y la otra como correctora freelance para una editorial que nunca paga a tiempo.
Las horas infinitas de trabajo desde la casa, las interrupciones de las redes sociales, la inestabilidad de los pagos llevan a una de ellas a un deterioro en su salud mental con crisis de pánico y la necesidad de medicarse constantemente para seguir produciendo.
Se trata de un retrato brutal de las condiciones laborales en estos tiempos y su impacto en los cuerpos de los y las trabajadores/as. Esa precariedad también se ve en el último libro de Navarro: La isla de los conejos, solo que aquí se entrometen además elementos fantásticos.
En La isla de los conejos hay cuentos extraños y brillantes: como el de una mujer que trabaja, también en condiciones precarias, en la cocina de un hotel y que deja de tener derecho incluso a sus sueños, pues empieza a soñar por los huéspedes de dicho hotel.
O uno en el que una madre muerta se abre una cuenta de Facebook y le manda una solicitud de amistad a su hija. También hay exploraciones tremendas en las relaciones de pareja y los afectos como en los cuentos “Las cartas de Gerardo” y “Encía”.
“Muchas noches me espero a que se duerma por el mero placer de que se calle, de que cese. Noto entonces el desentumecimiento de mis piernas, que se extienden livianas sobre el lecho, y cómo mi respiración se relaja, y resulta milagroso soñar y moverme y vivir a mi aire...”
“La intensidad onírica contrastaba con lo anodino de sus jornadas. Ella era una pieza invisible del funcionamiento del hotel. No lucía, además, ni guapa ni fea, así que las camareras no la envidiaban y los recepcionistas no le tiraban los tejos.”

 

©️ Foto encontrada en: https://cursiva.com/conferencias/tematicas-conferencias/cultura/elvira-navarro-2 

                    

 

                    

 

      Elvira Navarro pone voz a la periferia de Madrid: