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#366escritoras

María José Navia nos recomienda #366 escritoras, y más...

Ariana Harwicz
Argentina


1977-


"La mente es como un trineo inmundo que nos arrastra por malos caminos dejando huellas para que nos atrapen..."

Hoy quiero hablar de Ariana Harwicz (Argentina, 1977), autora de libros breves, feroces, incómodos e intensos. El año 2018 quedó en la lista larga del premio Man Booker por la traducción de su novela La débil mental (Feebleminded). Mi favorito de ella es Matate, amor.
Harwicz ha publicado cuatro novelas a la fecha. Tres que conforman una suerte de trilogía involuntaria: Matate, amor (2012); La débil mental (2014) y Precoz (2015) y su más reciente libro: Degenerado (2019)
En las primeras tres,Harwicz retrata con maestría y una certera dosis de claustrofobia las relaciones de pareja y madre-hijo/a.En Degenerado tenemos por primera vez un narrador masculino, acusado de pedofilia y que se revela en la página en toda su oscuridad y ácida inteligencia.
En Matate, amor, mi novela favorita de Harwicz, una mujer, su esposo y su hijo viven en una casa perdida en el bosque. Eso, a primera vista. Solo tres figuras en medio de la naturaleza.
Es entonces que aparece el cuarto personaje: la rabia
Leemos: “Nada nos distingue a unos de otros. Yo misma, letrada y graduada universitaria, soy más bestia que esos zorros desahuciados con la cara teñida de rojo y un palo atravesándoles la boca de par en par.”
Ese es el tono de esta novela, que avanza con la velocidad de la furia.
Una novela que trata de una mujer incómoda en su relación de pareja, asqueada de la rutina, enojada por el sexo triste, por esas conversaciones que no son conversaciones, por ese amor que se desgasta. Una novela también sobre ser madre y arrepentirse, no una vez sino a cada paso.
Esta novela trata de una familia y sin embargo no hay nada de hogareño aquí. O sí, si volvemos a la etimología de la palabra y recordamos que hogar y hoguera comparten historia y significado. Matate, amor es una novela que quema.
Y leerla es una experiencia incómoda que sorprende. Porque en esta rabia hay maestría, en este desbarrancarse hay un cuidado con las palabras hasta sacarles todo el filo. Hasta que lo más cotidiano se vuelve cuchillo.
Así, en un momento, dice la narradora: “Somos parte de esas parejas que mecanizan la palabra ‘amor’ hasta cuando se detestan; amor, no quiero volverte a ver.”
O, en otro: “Hay gente que necesita ver el mar. Yo necesito ver un arma, aunque esté quieta, sucia, descargada.”
Esta narradora se mira al espejo y no le gusta lo que ve (“Y soy una mujer que se dejó estar y tiene caries y ya no lee. Leé idiota, me digo. Leéte una frase de corrido.”). Y el deseo la desborda: “Desear es un caramelo pegado al cuello, al cuero cabelludo, a la yugular.”

 

©️ Foto encontrada en: https://theobjective.com/further/cultura/2020-11-30/ariadna-castellarnau-las-escritoras-de-cuento-o-de-genero-no-somos-un-fenomeno-reciente/

               

Ariana Harwicz y #MatáteAmor: el lado B de ser madre: