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Mavis Gallant
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La escritora que escogí para hoy es una de mis favoritas/imprescindibles. Es,además, la autora de un cuento al que vuelvo todos los años, sin falta:”The ice wagon going down the street”.Un cuento al que me iría a vivir. Se trata de Mavis Gallant (Canadá, 1922 - Francia, 2014).
Hay mucho de Mavis Gallant publicado en español. Una de sus novelas, Green Water, Green Sky (Agua verde, cielo verde) se encuentra en edición de Impedimenta. Pero Gallant fue, antes que todo, una gran gran GRAN cuentista. Llegó a publicar 116 relatos en The New Yorker.
Gallant nació en Montreal y vivió allí casi hasta los 30 años, momento en el que se hizo una apuesta/promesa: mandaría dos cuentos al New Yorker y esperaría. Si se los aceptaban, se iría a vivir a Paris para vivir de la escritura. Si no, no escribiría nunca más.
Le aceptaron uno para publicarlo y Mavis, con el dinero, se compró una cartera roja de cuero de cocodrilo.
Vivió por el resto de su vida en Paris.
Y sobre eso escribió. Mucho. Su primer libro se llamó The Other Paris en el que mostraba una versión de la ciudad menos glamorosa.
Y son esos cuentos magníficos, brutales, minuciosos, los que también se encuentran en librerías por estos días, en español. Lumen tiene una edición con muchos de sus mejores relatos y Eterna Cadencia sacó el año pasado Los cuentos de Linnet Muir, su ciclo más autobiográfico.
(Un consejo de lectura, para el que lo quiera: cómprese Los cuentos de Mavis Gallant (de Lumen, es un libro enorme) y lea un cuento al día.
Para terminar, les dejo la columna que escribí en 2019 sobre esta autora para El Mercurio:
El turno de Mavis Gallant
Mavis Gallant, quien llegó a publicar 116 relatos en The New Yorker, ha pasado algo desapercibida entre nombres más vistosos de otras escritoras canadienses como la ganadora del Nobel, Alice Munro, o la distópica Margaret Atwood. Este año, la editorial argentina Eterna Cadencia anuncia entre sus novedades la publicación de sus cuentos.
Ya es famosa la historia de Lucia Berlin, escritora norteamericana con un leve pasado chileno, redescubierta hace algunos años por la industria editorial con esa maravilla que es Manual para mujeres de la limpieza y que hace poco volvió a librerías con Una noche en el paraíso. Este año, me parece, es el turno de ser deslumbrados por otros cuentos, ahora traídos desde Canadá: los de la enorme Mavis Gallant (Montreal, 1922 – París, 2014) de quien ya se publicó en español su primera novela, Agua verde, cielo verde, por Impedimenta en 2018 y que pronto aparecerá en nuestro idioma, de mano de Eterna Cadencia, con Los cuentos de Linnet Muir.
Gallant, quien llegó a publicar 116 relatos en The New Yorker durante su carrera, ha pasado algo desapercibida entre nombres más vistosos como los de la ganadora del Nobel, Alice Munro o la distópica Margaret Atwood. Su voz es tenue, de anécdotas cotidianas y largas conversaciones, pero sus historias están escritas con un manejo que sobrecoge. Hay una brutalidad en ella que ataca cuando menos te lo esperas, una belleza tosca que interrumpe escenas tranquilas, un murmullo que corre bajo las palabras. En los cuentos de Gallant se concentra la vida y a veces duele como los mil demonios.
Gallant, nacida en Canadá, pasó gran parte de su vida en París y publicó en Estados Unidos. Su literatura es una literatura errante y fantasma que nunca logra plantar bien los pies sobre la tierra – una tierra, cualquier tierra – y sus personajes deambulan y se sienten más en casa en el vaivén y el desplazamiento que en sus propias familias. Son personajes, como los de Agua verde, cielo verde, que guardan secretos: como una cuenta de un collar roto, que sobrevive en el bolsillo de un primo que no sabe cómo odiar, o los papelitos pequeños que una mujer incluye dentro de los sobres donde envía cartas muy formales, papelitos que revelan la locura y la decepción de una madre por su hija rara. Las familias de Gallant, como los matrimonios que pone sobre la página, se construyen de pequeños gestos y malosentendidos. De recuerdos que no se comparten. Y es que, como dijera la autora en uno de sus ensayos, “el misterio de lo que constituye una pareja es uno de los pocos misterios que nos van quedando y, cuando lo resolvamos, ya no habrá más necesidad para la literatura.”
Y si bien las novelas de Gallant son magníficas (la ya mencionada y esa otra belleza que es A fairly good time), son sus cuentos donde la autora despliega al máximo sus talentos: una constelación que configura un verdadero manual de escritura, historias que te demuestran todo aquello de lo que la literatura es capaz. En ellos, hay casas que se descomponen, hoteles frívolos ocupados durante la guerra por soldados, cotidianeidades invadidas por la Historia; en ellos el mundo, a ratos, muestra los bordes afilados de la angustia. Una entra en un cuento de Gallant y nunca sabe en qué detalle se le quedará enganchado el corazón. No sabe que la imagen de una niña en una casa atestada, y que se levanta primero que nadie en las mañanas para sentir que, al menos por esos instantes, el espacio le pertenece, va a hacer que una historia aparentemente anodina cobre una fuerza que se come todo a su alrededor.
Dice Francine Prose en su introducción a las Collected Stories que Gallant, cuando niña, le preguntó a su madre que porqué no podía casarse con su perro y que hasta cumplir los nueve buscaba sirenas en todos los ríos que veía. Dice la misma Gallant, en su prefacio, que no entiende porqué gente perfectamente normal decide dedicar su vida a describir personas que no existen. (Y si hablamos de otras escritoras canadienses maravillosas y novedades, este 2019 trae también las obras de dos favoritas: Miriam Toews y Leanne Shapton que, para nuestra suerte, también decidieron dedicar sus vidas a hacer existir lo que no existe).
Pero volvamos a Gallant. Al finalizar la presentación de sus relatos, la autora se detiene a dar un último mensaje porque, dice, no sabe si tendrá otra ocasión para hacerlo: que los cuentos no son una novela. Que uno puede leer un cuento y luego dejar ahí el libro. Que los cuentos siempre pueden esperar.
Y el consejo es lindo, y generoso, pero qué bueno que ya se haya acabado la espera.
Que bueno que ya sea el turno de Mavis Gallant.
©️ Foto encontrada en: https://openroadmedia.com/contributor/mavis-gallant
Trailer documental: